miércoles, 18 de julio de 2012

El perro que ve a la liebre

Hace años alguien me contó la historia del perro y la liebre. Varios perros corren y corren detrás de una liebre, al pasar por las calles se les unen más y más perros atraídos por el alboroto, vamos, que se arma un fandango muy ameno para los canes involucrados. Pero... porque casi siempre hay un pero, tras cierta distancia, el calor... va disminuyendo el entusiasmo de la jauría. Y así, uno tras otro, los perros se van quedando a la vera del camino, regresan a su hueso, a su pedacito de sol, a que les rasquen la panzita en casa. Sin embargo, uno de ellos no deja de correr. El perro que vio a la liebre.


Esta historia podría ser tanto un cuento de los hermanos Grimm (de haber diálogos diría que una fábula de La Fontaine...), hasta un "forward" de correo electrónico, pero el mensaje es igualmente interesante. Hacer la cosas "como el Borras", "¿a dónde va Vicente? a dónde va la gente..." o hacerlo porque se cree y se quiere, porque se sabe lo que hay delante, por la opción personal... En otras palabras, porque se ha visto a la liebre.


Sin duda que todos los perros en cuestión se cansarían más o menos, quizás incluso se deduce que esté más cansado el que no ha dejado de correr, pero resulta que este tiene un motivo (que viene de "motor", algo que de la el impulso de movimiento), si bien eso no hace que los kilómetros se vuelvan centímetros, sí que hace que la obligada travesía cobre sentido, que lo costo entre dentro de una jerarquía de valores en la que no prima, no rige, o como diría el ya Beato Card. John Henry Newman "mil dificultades no hacen una sola duda".


Así que en la vida todos hemos de reflexionar ¿he visto a la libre o corro detrás de los otros? en medio del alboroto, sobrellevando las dificultades pero sin mucha idea de qué hago y a dónde voy realmente... de por qué hago o no hago tal o cuál. Y para aquellos que corren "ciegamente", lo siento, pero eso no es precisamente fe, así que más que admiración suscitan cierta compasión, pues si bien en la fe no "se ve" todo, se sabe lo que hay al final de la carrera... 



Cerramos esta carrera con la frase del Apóstol: "Yo sé en Quién he puesto mi esperanza y estoy seguro" 1 Timoteo 2, 12.

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