domingo, 19 de enero de 2014

Habrá fuego mientras haya algo que quemar

Estamos recuperando la chimenea que llevaba más de 30 años sin usarse. Habiendo revisado ya el tiro y demás aspectos básicos de seguridad, procedemos a recuperar además hábitos del uso de una chimenea en casa.

A todas nos gusta disfrutarla, leer, rezar, conversar en torno al hogar, literalmente hace hogar. Pero encenderla, he ahí un reto. A mi en lo personal me encanta, llevo desde niña un gen piromaniaco supongo, me fascina el fuego y puedo verlo horas y horas. Y pasan por mi cabeza, por ese nudo de ideas que tan bien se ejemplifica con mis rizos independentistas, muchas ideas, analogías, me aclaro conceptos. Navego. 

Hoy fue especialmente ameno el proceso pues la leña estaba mojada. Manos a la obra:

Los pocos leños secos, son pocos pero prenderán bien, buscarles el mejor lugar, encenderlos con cosas chiquitas y fáciles de arder, y que una vez prendido ese mantenga todo lo demás. 

Un poco de paja, mejor mucha más paja porque el fuego es pequeño e inestable.

Aire: mucho lo apaga pero el justo lo aviva, por este lado, por este otro. Mover un poco para hacer espacio y volver a soplar cual lobo de cuento.
 
Mucha faena, mucho afanarse y después sentarse a gozar del calor, de la luz, del sonido de los troncos que arden, no descuidar el fuego pero también confiar en sus propios procesos y maneras, sus formas impredecibles y sus recursos particulares.

Algo así es la vida interior, a todos nos puede gustar o atraer, pero para iniciarla hay que ponerse a ello, de forma a la vez decida y dócil, como si todo dependiese de nosotros pero sabiendo que todo depende de Dios. 

Y tenemos quizás pocos leños secos, el resto se ha mojado. Muchas ideas, muchas tradiciones... Quizás todas buenas, "bonitas" pero pocas listas para hacernos arder, cada quién las suyas: la certeza de amor personal y apasionado de Dios, el ardor por evangelizar, la devoción a Cristo Eucaristía, la ternura filial ante María... Esos detonadores personales capaces de hacernos despertar, los puntos desde los cuales podemos llegar a arder.

Paja y papel para iniciar el fuego: tanta cosa de la que podemos y necesitamos desprendernos, la abnegación es indispensable pero a veces desde el punto cristiano se puede ver con más miedo por percibirla como un castigo o un medio de aplacar furias divinas... Pero para lo social, deportivo, académico, laboral, todos tenemos claro que hay que desprenderse: levantarse temprano para ir a correr o acostarse tarde para poder estudiar, dejar de comer algo por salud, o comer algo por reglas de educación. Todos podemos desprendernos de algo, ir en tanto detalles un paso más allá... Hacer arder esa paja, ese papel como un medio, (no se obtiene un fuego decente a base exclusivamente de pedazos de periódico), esos pequeños fuegos a veces tienen incluso otro color, pequeñas lenguas de fuego verde, azul que dan paso a la llama del tronco, esa llama larga y alta, naranja, dorada, que hace brazas y calienta tanto y tan bien.

Y aire, espacio. Sólo el egoísmo nos pide más de lo que podemos dar. Muchas veces he sentido que no puedo más, pero de hecho sí he podido un poco más. Digamos entonces que he creído que ya no podría mucho más, y Dios me muestra qué y cómo dar un poco, un paso a la vez bastando a cada momento su propio afán. Y pocas veces, poquísimas, de hecho no he podido más, y al revisar interiormente he descubierto que no puedo más porque estoy o dando algo que no tendría que dar o respondiendo a alguien que no es Dios, mucho a la imagen que podemos distorsionar de Dios, a reclamos de una sutil vanidad a la que no hay quién le aguante el paso. Ahí, aire. Espacio para no ahogar ese fuego que siente apagarse, o aire nuevo, fuerte, revolucionario, que sople y limpie, y regrese su fuerza a la llama interior. 

La vida interior en momentos necesita trabajarse, ponerse con todo para hacerla crecer o para recuperarla. Pero después, recordar quién es el destinatario de ese afán. Dios. Sentarse interiormente y dejarse calentar, escuchando el dulce sonido de la llama de consume todo, que calienta todo. 


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