jueves, 27 de marzo de 2014

Umbrales. Un posible lugar.

En la oración un principio tan básico como olvidado y poco tomado en serio es "detenerse ahí donde el corazón encuentre más amor", no correr por más materia ¿para qué o hacia dónde?

Y el lunes por la mañana, rezando Laudes esto vino a mi mente y corazón con especial claridad en el salmo 83, completó es una joya y no soy ni maestra espiritual ni exegeta, me quedo con una mínima parte: "Vale más un día en tus atrios que mil en mi casa". Se detuvo el corazón, agradecido, asombrado y respondido a la vez que cuestionado. 

¿Qué serán los atrios, lo umbrales de la casa de Dios que vale la pena siquiera estar ahí? mi casa, nuestra casa puede ser la seguridades, esas cosas buenas, correctas en sí mismas pero quizás insuficientes... ¿Dejar una casa para quedarme en un umbral? Pues cómo sé que bella y cómoda es “esa casa en que estoy" me salta por pura lógica, que esa otra casa de Dios tiene que ser lo más, lo mejor y lo que Él quiere darme. 

¿Y conformarse con quedarse en el umbral no será, justamente eso, algo derrotista? no. Creo que más bien es de quien sabe como actúa el Señor de la casa, que no se deja ganar en generosidad y lejos de dame lo que merezco, me da lo que necesito. 

Así qué ahí he querido, pedido, quedarme un rato. Y desde ese umbral entrever la casa y sus modos de hacer, para algún día entrar.

 

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