Vamos a ello. En una maravillosa homilía que escuché en la Basílica del Escorial, siendo el día de todos los santos, el sacerdote ponía varios y atinados ejemplos, uno era que los patos de corral, al ver pasar a las parvadas de patos silvestres volar cuando emigran, dejan de atender a sus gusanos y vida de casa, y quieren volar, se despierta en ellos algo de "ontología patística", y se graznan convencidos a sí mismos "soy un pato, y volaré para emigrar, como que soy un pato". El vuelo de los otros les recuerda su ser más natural y verdadero.
Pues bien, algo así nos pasa a nosotros con la santidad. Cuando vemos casos o destellos de verdadera santidad algo dentro se reconoce y quiere más.
Nada más natural, entonces, que la cercanía de lo sobrenatural.
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