jueves, 2 de febrero de 2012

¿Y para qué comprar TODO un campo?

   Un versículo precioso y real que puede haber caído para muchos en un tópico es el de "tesoro escondido" ¿Pero qué le vamos a hacer? es real... es como no decir "feliz cumpleaños" únicamente porque ya está muy dicho, la opción que nos queda es decirlo y escucharlo con todo su sentido, como actitud nueva.

   El día 2 de febrero es el día de la vida consagrada y religiosa, y en muchas de las ciudades se procura tener una misa o algún otro encuentro multitudinario. Yo soy consagrada y no deja de impresionarme y conmoverme el panorama tan variopinto, o como se dice en mi México lindo y querido, "de chile, mole y de manteca", es decir, hábitos de todos los colores y sabores, monjas, monjes, sacerdotes de congregaciones religiosas y consagradas (os) de los nuevos y variadísimos institutos y familias religiosas. En fin, todo un evento digno de verse y mejor aún, de vivirse. 

   Y la relación entre los párrafos anteriores es que en estos días, me he topado "casualmente" con el pasaje de San Mateo capítulo 13, 44 al 52 que nos habla de aquel que se encuentra un tesoro escondido, luego vende todo lo que tiene y compra el campo. 

Sin duda que habré meditado en este evangelio varias veces, pero en estos días he pesando...¿y para qué comprar TODO el campo? ¿porqué no solo comprar el tesoro? 

Y quizás mis pensamientos toman este rumbo por los momentos que atraviesa mi querida familia carismática, pruebas nada sencillas en las que nos acompaña la Iglesia (punto que a mi me llena de esperanza), pero en el que la sensibilidad no deja de escocer y hasta desgarrarse ante la confusión y dolor de personas que nos son tan queridas y cercanas. Y hago aquí esta relación, claro... qué fácil me hubiese sido recibir el tesoro de la vocación sin "el lío" que puede significar TODO el campo, campo en el que me encuentro con muchos otros tesoros, también con piedras, con trigo y cizaña... Y ya lo he comprado, no me quiero ni puedo desentender de él. Es mi campo. 

   Recuerdo, repaso mi propia historia, la trayectoria que he seguido frente a este tesoro encontrado a los 16 años y desenterrado casi a los 20... Recuerdo que el campo me pareció precioso y perfecto. Y ahora el campo me parece aún más precioso por que no es perfecto... y yo tampoco lo soy y Dios me considera su tesoro. Perfecto (sin defecto solo Dios) y precioso (considerado con gran valor) todo lo que Él me da. Sigo aquí, veo mi campo y reconozco que he desenterrado muchos tesoros más, que otros no fue necesario sacarlos de las profundidades sino que están a la vista de todos, que más de una vez alguien ha tenido la bondad y paciencia de desenterrarme a mi, porque me consideró con los ojos de Dios.

   









El campo me ha resultado escarpado en momentos, pero nunca estéril. Todo lo que he dado en este campo se me ha regresado en mayor "plusvalía" para ese tesoro de mi vocación, ayudándome a centrarme más y más en la persona de Cristo, quien me da el tesoro, pues yo SOY de Cristo, no del tesoro; y el campo, todo campo, es un lugar de paso, de encuentro, y si el encuentro se ha dado, bendito sea el campo, y miraré cada piedra, cada árbol como algo lleno de recuerdos que han formado mi vida, sabré guiarme por esos accidentes del terreno para saber qué partes son más elevadas, cuáles más resbalosas, conozco mi campo. Como el zorro miraba el trigo recordando al Principito. 

 “Que mi Amado es para mí, y yo soy para mi Amado”. Santa Teresa de Ávila

Termino con el corazón de rodillas y el salmo 15:

SALMO 15
1 Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
2 yo digo al Señor: “Tú eres mi bien”.
3 Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.
4 Multiplican las estatuas
de dioses extraños;
yo no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios.
5 El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano:
6 me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.
7 Bendeciré al Señor que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
8 Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
9 Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena:
10 porque no me entregarás a la muerte
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
11 Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.

2 comentarios:

Salvador Pérez Alayón dijo...

Sí, creo que tienes mucho de verdad, nos empeñamos en buscar el verdadero tesoro, y quizás, la clave o secreto puede estar ahí, el esforzarnos en buscarlo por nuestros propios medios.

No digamos de entrada que no, porque lo hacemos sin darnos cuenta. Muchas veces decimos, "todo es Gracia", pero muy pocas dejamos que la Gracia sea la que nos descubra el campo y el tesoro.

Y lo comparto desde mi pobre experiencia y de las complicaciones en mi propio campo, mi parroquia y movimiento. Quizás el tesoro no está ahí o quizás sí, pero he dejado de buscarlo.

¿Por qué? Porque creo que, y en eso confío, el ESPÍRITU me lo descubrirá cuando esté preparado, y lo primero es dejarlo buscar a ÉL en mí, y dejarme llevar. Eso no quitará mis esfuerzos, mi trabajo, pero cambia todo.

No soy yo, es el SEÑOR quien vive y trabaja en mí. Seguro que lo encontraremos por la Gracia de DIOS. ÉL está más empeñado que yo, porque me ama inmensamente. Yo sólo tendré que estar agradecido y amarle, en los hermanos en correspondencia a su amor.

Y, seguro hermana, el tesoro aparecerá.

Un fuerte abrazo en XTO.JESÚS.

entreotrasideas dijo...

Muchas gracias Salvador, aunque creo todo "bloggero" revisa las estadísticas que hacen ver que esto se lee, es sumamente reconfortante recibir comentarios. Sin duda que el tesoro está y Cristo ya nos lo ha ganado, esta vida es como "las últimas escaramuzas de una guerra ya ganada".